En silencio, Palabras que ayudan, Reflexión teológica

Peregrinar con el corazón.

Peregrinar es salir de uno mismo.

Ayer fue 13 de mayo, aniversario de las apariciones de Fátima.

Se nos recomendaba, ante el silencio de la explanada de Fátima, peregrinar en el corazón.

También Lourdes, Roma, Santiago, Jerusalén, Czestokova…

Hay tantos lugares del mundo donde hoy no hay peregrinos que lleguen desde sus hogares.

Y sin embargo, muchos cristianos quieren estar allí.

Quieren estar allí, en el regazo de Dios.

Quizás no sepan que podemos peregrinar con el corazón.

 

Peregrinar es salir de uno mismo. Retomar el silencio para que Dios actúe en ti.

Peregrinar es ponerse en camino, ir al encuentro de un Dios que te espera.

Como fuente en un bosque.

Peregrinar es dejar la vieja casa, los viejos pecados, las miserias cotidianas.

Peregrinar es romper con las ataduras que nos esclavizan, es tomar una determinada determinación.

Peregrinar es abrirse a Dios, para que Él sea camino, verdad y vida.

Peregrinar es subir la montaña, ponerse en camino, encontrarse con los que van contigo.

Peregrinar es descubrir junto a tus huellas, otras huellas.

Peregrinar es mirar las huellas de Dios junto a ti.

Las huellas de Jesús cuando subió a Jerusalén para entregar su vida.

Las huellas de la Iglesia, de María cuando visitaba a su prima Isabel.

Las huellas de los apóstoles que recorrieron el mundo dando testimonio.

 

Para peregrinar tienes que entrar en tu interior.

Tienes que barrer la casa y ponerte traje de fiesta. Porque va a haber fiesta.

La próxima fiesta será este domingo, luego vendrá la Ascensión, Pentecostés, Corpus Christi…

Ahora peregrinamos en la Pascua, en la Iglesia y en comunidad.

Resurrección y vida.

Peregrinábamos cuando se nos apareció Jesús, camino de Emaús.

Peregrinar es saber que Jesús camina contigo. ¿No ardía nuestro corazón?

 

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En silencio, Palabras que ayudan

Abrir los templos. Somos templo del Espíritu Santo.

Nuestro cuerpo, nuestro ser.

Es templo del Espíritu Santo.

Es casa de Dios, casa del Espíritu, lugar del Resucitado.

Hogar y Cenáculo a un tiempo, espacio santo.

 

Nuestro cuerpo, nuestro ser.

Es.

Hogar abierto, y también cerrado.

Hogar en fiesta, hogar clausurado.

Hogar en desorden, hogar de pecado,

porque somos débiles, y nos alejamos.

 

Pero seguimos siendo casa de Dios.

Siempre casa de Dios, y de su Espíritu Santo.

Aunque no lo sepamos, aunque no te reconozcamos.

Somos templo del Padre, del Hijo y del Espiritu Santo.

Pues fuímos en tu Pascua bautizados.

Lavados con la sangre del Cordero.

Del cordero Santo.

Que murió, y que ha resucitado.

 

Somos templo del Espíritu Santo.

Casa viva y sólida.

De cimientos asentados

en tu Palabra.

Y en el Pan que en estos días, ¡cuánto lo deseamos!

 

Nuestro cuerpo, nuestro ser.

Refugio de esperanza,

Castillo de amor,

Mansión confiada.

 

Nuestro cuerpo, nuestro ser.

Es templo del Espíritu Santo.

Es casa de Dios, casa del Espíritu, lugar del Resucitado.

Hogar y Cenáculo a un tiempo, espacio santo.

 

Y en estos días que reabrimos los templos de la calle…

¡Haz Señor que abramos también nuestro cuerpo!

Todo nuestro ser,

para poder adorarte.

Abrazarte, y amarte.

También con el cuerpo.

 

 

En silencio, Palabras que ayudan

Veintitrés versos al Camino de Emaús.

Camino de Emaús.

Lo recorrerás dos veces.

Desolado y cabizbajo,

Y agradecido después.

 

Camino de Emaús.

Nosotros creíamos que…

Os explicará el Misterio,

de su pascua al padecer.

 

Camino de Emaús

¿No tenía que sufrir

tu amigo el caminante

allí en Jerusalén?

 

Camino de Emaús.

Cuando se cierra la noche,

brilla la luz del día.

Te sientas para comer.

 

Y cuando partió el pan,

se quedó Él con nosotros.

Le pudimos conocer.

 

Camino de Emaús,

Lo recorrerás dos veces,

Desolado y cabizbajo,

Corriendo y a todo correr.

En silencio

Meted la mano en el costado de Cristo.

Con las llagas de los clavos.

Te apareciste a mi.

Metí la mano en tu costado,

Toqué tu corazón.

Y te creí.

 

 

Pascua sagrada, ¡oh fiesta de la luz!,

despierta, tú que duermes,

y el Señor te alumbrará.

 

Pascua sagrada, ¡oh fiesta universal!,

el mundo renovado

canta un himno a su Señor.

 

Pascua sagrada, ¡victoria de la cruz!

La muerte, derrotada,

ha perdido su aguijón.

 

Pascua sagrada, ¡oh noche bautismal

Del seno de las aguas

renacemos al Señor.

 

Pascua sagrada, ¡eterna novedad!

Dejad al hombre viejo,

revestíos del Señor.

 

Pascua sagrada. La sala del festín

se llena de invitados

que celebran al Señor.

 

Pascua sagrada. ¡Cantemos al Señor!

Vivamos la alegría

dada a luz en el dolor.

 

Pascua sagrada, ¡oh fiesta de la luz!

Despierta, tú que duermes

y el Señor te alumbrará.

Aleluya, Aleluya.

Nuestra Pascua inmolada es Cristo el Señor.

(Himno de Vísperas del tiempo Pascual)

Palabras que ayudan, Reflexión teológica

Dad razón de vuestra esperanza.

Este es el final de la Primera Lectura del Oficio de Lectura del día de hoy, Jueves de la Octava de Pascua. Liturgia de las Horas.

«¿Quién podrá haceros daño si os dais con empeño a lo bueno? Dichosos vosotros, si tenéis que sufrir por causa de la justicia; no les tengáis miedo ni os amedrentéis. Glorificad con vuestros corazones a Cristo Señor y estad siempre prontos para dar razón de vuestra esperanza a todo el que os la pidiere; pero con mansedumbre y respeto y en buena conciencia, para que en aquello mismo en que sois calumniados queden confundidos los que denigran vuestra buena conducta en Cristo; que mejor es padecer haciendo el bien, si tal es la voluntad de Dios, que padecer haciendo el mal.» 1Pe 3, 13-17

Palabras hermosas de la Primera Carta del apóstol San Pedro.

Son un estilo de vida para aquellos que quieran seguir al Señor Resucitado. Son palabra para la misión.

De ellas extraigo pequeñas enseñanzas.

 

«Nadie puede hacernos daño si amamos y nos entregamos a Cristo».

Cristo es nuestra fuerza y nuestro esperanza. No hay que tener miedo a los hombres, sino al que puede perder tu alma. Si amas y te entregas a Cristo tu conciencia y tu voluntad vivirá en la paz inefable de lo Profundo. Tu alma descansará en Él.

«Bienaventurados los que sufren por causa de la justicia».

Felices aquellos que sufren por la justicia. Sufrimiento físico con los encarcelados, vejados, maltratados que defienden la justicia del Reino de Dios. Sufrimiento psíquico de los calumniados, escandalizados, indignados. En la misión nunca nos faltarán sufrimientos por causa de la justicia.

«No tengáis miedo, no os asustéis».

Dios puede terminar con vuestro dolor en un instante. Dios puede acabar con la persecución y con los injustos con tan solo pronunciar una palabra. No tengáis miedo, no os asustéis porque está de vuestra parte. No se mueve un cabello de vuestra cabeza sin que Él lo sepa.

«Alabad y glorificad a Cristo con vuestros corazones».

No bastan los labios, hay que abrir el corazón. Hay que beber de la fuente del bautismo, de sus aguas sanadoras. Desde el corazón, para que se haga su voluntad. Alabad a Dios, amadlo en la oración, pues Cristo es sanador de injusticias.

«Explicad y argumentad vuestra fe al que os pida, pero…

La teología y la catequesis son necesarias para la misión. Hay que dar razón de la fe, y para eso hay que acrisolar las ideas y los argumentos en Cristo.

Esto se hace leyendo a los santos, estudiando a los teólogos y asumiendo el Magisterio de la Iglesia. Cada uno con la inteligencia que Dios le haya dado y cada uno en su nivel.

Al que te pida dale, y si te piden argumentos sobre la fe, o sobre la moral cristiana y sus costumbres, debes ofrecerlas.

con mansedumbre, con respeto».

No se argumenta ni se da razón de la fe con soberbia, ni con orgullo. Hay que escuchar al otro. Aunque esté en pecado y sepas que yerra, pues en su alma también vive el Señor, aunque él no lo sepa. Hay que atender sus dudas, siendo dócil y manso de corazón. No hay que argumentar la fe con ira ni con soberbia. Si no miras a los ojos a tu hermano, no podrás dar razón de la fe. Serás como un gallo cacareando al viento tu propio pecado.

Recuerda que los argumentos de la fe, no son tuyos. Son de aquel que te los ha dado.

«Es mejor padecer haciendo el bien, que padecer haciendo el mal.»

Dios no te va a evitar el dolor de ser incomprendido, de ser apartado de la mayoría, ni de ser injuriado y calumniado. Pero no creas que las vidas de los que viven alejados de Dios es un camino de rosas. Es mejor sufrir haciendo el bien, que sufrir haciendo el mal. Pues al menos descansará tu corazón en Su regazo. Pues Él es el buen Pastor que cuida de tu alma.

En silencio, Palabras que ayudan

El regalo de la Comunión espiritual.

Pascua Sagrada.

Los discípulos se preparan para cenar con el Señor en la tarde del Jueves Santo.

Tomad y comed, es mi cuerpo.

tomad y bebed, es mi sangre.

Te recibimos en el corazón. Comunión espiritual y fraternidad universal.

 

Te acompañamos al huerto del Dolor mientras cantamos los Salmos. Hora Santa.

Acompañadme, quedaos y velad conmigo.

Te acompañamos en el silencio de nuestros hogares.

Con una vela encendida.

Enciende tú, Señor, nuestro corazón.

 

Se adoramos en el sacrificio de la Cruz. Viernes Santo.

¡Feliz culpa que mereció tal redención!

Amor que se desangra por los cuatro costados de tu cuerpo.

Y en el centro sangra tu corazón.

Besamos la cruz que llevamos en el pecho.

La que dibujamos con el dedo.

La que descubrimos en la lejanía.

Y caminamos el camino de la cruz.

De nuestra cruz.

 

Nos preparamos para tu Pascua de Resurrección.

Espiritualmente.

 

Y rezamos contigo.

Creo, Jesús de Nazareth,

que estás presente en el Sacramento de la Eucaristía.

Y deseo vivamente recibirte dentro de mi alma y con todo mi ser.

Pero ahora no puedo sacramentalmente.

Ven, Señor a mi.

Espiritualmente.

Me abrazo y me uno del todo a Tí.

Y no permitas, Señor, que me separe de Tí.

 

Santa Teresa de Jesús:

«Cuando no podáis comulgar ni oír Misa, podéis comulgar espiritualmente, que es de grandísimo provecho».

 

Santa Faustina Kowalska:

Jesús misericordioso le comunicó esto: «Si practicas el santo ejercicio de la Comunión Espiritual varias veces al día, en un mes verás tu corazón completamente cambiado».

 

Santa Catalina de Siena:

La santa tuvo una visión donde vio a Jesús y este le dijo: «En este cáliz de oro ponto tus comuniones sacramentales, y en este de plata, tus comuniones espirituales. Los dos cálices me son agradables».

 

Santa Antonio María Claret:

«Tendré una capilla fabricada en medio de mi corazón y en ella, día y noche, adoraré a Dios con un culto espiritual».

 

Palabras que ayudan

La procesión hoy va por dentro, amigo cofrade.

 

 

Viernes de Dolores. Preludio de Semana Santa.

Ni hoy, ni en siete días tomarás parte de las calles de tu ciudad. Vivirás en tu casa, con los tuyos, pensando en la Pasión y meditando cada paso que das.

No habrá capuchones, ni tambores, ni pasos aguerridos de penitentes anónimos. No lucirán las saetas ni las flores consagradas su vía dolorosa.

No habrá velas desfilando anunciando que Cristo ha muerto y que ha sufrido por tus pecados y los míos. No alumbrará la procesión de madrugada, ni cantará el gallo cuando Pedro niegue tres veces.

Esta Semana Santa habrá silencio en las calles y en las plazas.

Un silencio de oración como no lo ha habido en mucho tiempo.

Un silencio que redime y salva.

Un silencio que procesiona por el interior de tu alma, y que debes escuchar.

Este año la penitencia se escribirá en el alma de los que sufren de verdad. Nadie verá al varón de dolores por las calles, pero ahí seguirá. A tu lado. Caminará contigo y lo reconocerás  en el anciano que muere solo, en el sanitario que está muerto de miedo, en el político desbordado por la realidad o en el vecino que te mira en la distancia.

Cristo se hace camino solitario, más solitario que nunca. Y te invita a procesionar con Él.

A procesionar por dentro.

¡Señor, ten piedad de nosotros, que somos pecadores!

¡Y ten piedad del mundo!

 

Reflexión teológica

Desde el misterio de la Encarnación. Dios vive en ti.

El arcángel Gabriel se dirigió a María.

Dios toma la iniciativa, se dirige a nosotros. Nos llama por nuestro nombre. Por tu nombre.

Alégrate favorecida, el Señor está contigo.

Dios está de fiesta, se ha puesto sus mejores galas para buscarnos como amigos, quiere estar con nosotros. Quiere habitar en nuestro interior. Quiere que le hagamos un sitio en nuestra mesa. Viene a quedarse.

Ella se turbó.

Nuestra respuesta es la duda. ¿Quién eres tú y qué saludo es ese? Pero la duda no es obstáculo para el Señor.

Tranquilízate María, que Dios te ha concedido su favor, pues mira, vas a concebir, darás a luz un hijo y le pondrás de nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo y el Señor Dios le dará el trono de David.

En María nace el Señor. Por eso es Theotokos, Madre de Dios. Ella abre un horizonte único en la historia de salvación.

El sí de María nos permite que Jesús se haga presente en el mundo y en nosotros. María nos muestra que Dios puede vivir en nuestro interior. Que vive realmente en nuestro interior.

Es la inhabitación trinitaria. Dios vive en nosotros: Padre, Hijo y Espíritu Santo.

Jesús se hace presente en el seno de María. El Espíritu Santo vive en nuestro interior, nos recuerda San Pablo. Somos Templos de Dios. Piedras vivas de su presencia.

Por eso, cualquier cosa que hágamos a nuestro prójimo, a Él se lo hacemos.

¿Cómo sucederá si no conozco varón?

Buscamos respuestas, pero la única respuesta que nos da Dios es la de su Misterio inefable. No decidimos con Él, pues no sabemos lo que nos conviene. Nuestra obligación es contemplar y asimilar su Verdad y su Misterio.

El Espíritu Santo bajará sobre tí y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso al que va a nacer lo llamarán «consagrado», Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel: a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y la que decían que era estéril está ya de seis meses. Porque para Dios nada hay imposible.

Dios es Dios con nosotros. Su fuerza y aliento nos protege. Para Dios no hay nada imposible. Por eso podemos decir que su fuerza se realiza en nuestra debilidad. Somos pequeños, pero lo más grande del universo vive en nuestras almas.

Eso nos hace ser Hijos de Dios por el bautismo, hermanos de Cristo. Hijos adoptivos e hijos amados de Dios.

He aquí la esclava del Señor.

La respuesta al regalo de Dios no es la soberbia, no debemos creernos dioses. Aceptar su voluntad es la actitud de María, la actitud que debemos hacer nuestra. No somos mejores que los demás, simplemente sabemos y conocemos lo que hemos visto y oído.

Aquí estamos Señor. Somos siervos tuyos. Esclavos a tu servicio.

 

 

Ayer, 25 de marzo 2020, en medio de una pandemia, renovó la iglesia española y portuguesa su consagración al Sagrado Corazón de Jesús y al Corazón Inmaculado de María. Renovamos nosotros nuestro corazón, para que sea semejante al Sagrado Corazón de su Hijo, y al Corazón Inmaculado de su Madre, María. Nuestra madre.