
Este es el final de la Primera Lectura del Oficio de Lectura del día de hoy, Jueves de la Octava de Pascua. Liturgia de las Horas.
«¿Quién podrá haceros daño si os dais con empeño a lo bueno? Dichosos vosotros, si tenéis que sufrir por causa de la justicia; no les tengáis miedo ni os amedrentéis. Glorificad con vuestros corazones a Cristo Señor y estad siempre prontos para dar razón de vuestra esperanza a todo el que os la pidiere; pero con mansedumbre y respeto y en buena conciencia, para que en aquello mismo en que sois calumniados queden confundidos los que denigran vuestra buena conducta en Cristo; que mejor es padecer haciendo el bien, si tal es la voluntad de Dios, que padecer haciendo el mal.» 1Pe 3, 13-17
Palabras hermosas de la Primera Carta del apóstol San Pedro.
Son un estilo de vida para aquellos que quieran seguir al Señor Resucitado. Son palabra para la misión.
De ellas extraigo pequeñas enseñanzas.
«Nadie puede hacernos daño si amamos y nos entregamos a Cristo».
Cristo es nuestra fuerza y nuestro esperanza. No hay que tener miedo a los hombres, sino al que puede perder tu alma. Si amas y te entregas a Cristo tu conciencia y tu voluntad vivirá en la paz inefable de lo Profundo. Tu alma descansará en Él.
«Bienaventurados los que sufren por causa de la justicia».
Felices aquellos que sufren por la justicia. Sufrimiento físico con los encarcelados, vejados, maltratados que defienden la justicia del Reino de Dios. Sufrimiento psíquico de los calumniados, escandalizados, indignados. En la misión nunca nos faltarán sufrimientos por causa de la justicia.
«No tengáis miedo, no os asustéis».
Dios puede terminar con vuestro dolor en un instante. Dios puede acabar con la persecución y con los injustos con tan solo pronunciar una palabra. No tengáis miedo, no os asustéis porque está de vuestra parte. No se mueve un cabello de vuestra cabeza sin que Él lo sepa.
«Alabad y glorificad a Cristo con vuestros corazones».
No bastan los labios, hay que abrir el corazón. Hay que beber de la fuente del bautismo, de sus aguas sanadoras. Desde el corazón, para que se haga su voluntad. Alabad a Dios, amadlo en la oración, pues Cristo es sanador de injusticias.
«Explicad y argumentad vuestra fe al que os pida, pero…
La teología y la catequesis son necesarias para la misión. Hay que dar razón de la fe, y para eso hay que acrisolar las ideas y los argumentos en Cristo.
Esto se hace leyendo a los santos, estudiando a los teólogos y asumiendo el Magisterio de la Iglesia. Cada uno con la inteligencia que Dios le haya dado y cada uno en su nivel.
Al que te pida dale, y si te piden argumentos sobre la fe, o sobre la moral cristiana y sus costumbres, debes ofrecerlas.
con mansedumbre, con respeto».
No se argumenta ni se da razón de la fe con soberbia, ni con orgullo. Hay que escuchar al otro. Aunque esté en pecado y sepas que yerra, pues en su alma también vive el Señor, aunque él no lo sepa. Hay que atender sus dudas, siendo dócil y manso de corazón. No hay que argumentar la fe con ira ni con soberbia. Si no miras a los ojos a tu hermano, no podrás dar razón de la fe. Serás como un gallo cacareando al viento tu propio pecado.
Recuerda que los argumentos de la fe, no son tuyos. Son de aquel que te los ha dado.
«Es mejor padecer haciendo el bien, que padecer haciendo el mal.»
Dios no te va a evitar el dolor de ser incomprendido, de ser apartado de la mayoría, ni de ser injuriado y calumniado. Pero no creas que las vidas de los que viven alejados de Dios es un camino de rosas. Es mejor sufrir haciendo el bien, que sufrir haciendo el mal. Pues al menos descansará tu corazón en Su regazo. Pues Él es el buen Pastor que cuida de tu alma.
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